Nos vemos en el 2011

Por: Sebastián Heredia Ferro.
La esperanza de revivir lo que hace 4 años fue una de las me-
jores participaciones de una selección juvenil en un surameri-
cano se apagó, como si se estuviera reviviendo el fracaso de
hace dos años en Paraguay y no la excelente participación
del equipo dirigido por Eduardo Lara en el 2005 jugando co-
mo locales en el eje cafetero.


Eduardo Lara, el director técnico de hace 4 años, optó por
hacer una convocatoria que se caracterizaba por el buen
estado físico pero con poco talento en los pies que pudieran
darle un juego vistoso y productivo al tricolor y una ausencia
de liderazgo dentro del campo de juego.


El arquero Camilo Vargas uno de los más experimentados en
el combinado empezó bien, salió figura de dos partidos pero
empezó a caer en su nivel, y en cada partido tenía salidas,
unas de cal y otras de arena, que le costaron caro al equipo.

Como en años anteriores lo mejor del combinado juvenil fue
la defensa, centrales seguros y rápidos, con una excelente
revelación como el caso de Hernán Pertuz; laterales con muy
buena salida pero sin marca, como si la defensa fuera una
radiografía de lo que es la selección de mayores del país.

De ahí en adelante no hay figuras, no hay un jugador que se
salga del esquema, que haga un engache y produzca un
pase o una diagonal valiosa para buscar el gol. El capitán,
Arroyo, es un jugador con mucho futuro pero no tiene un
buen presente, quizá el nivel de la primera B no le da para
explotar todo lo que tiene.


La idea del técnico para esta selección era jugar por los cos-
tados pero los jugadores que tenía no le colaboraron, Ibarbo
quedó en deuda con la afición y el único gol que hizo fue a la
Lazio, equipo que lo compró. Lo encargados de generar el
fútbol en la selección ya se les acabó el cuarto de hora,
(Cardenas y Reina) dos torneos sub20 son mas que sufi-
cientes y a este par de “armadores” les pesó la tarea que se
es asignó. Son jugadores blandos, improductivos y con poco
carácter, les gusta mas esconderse detrás de los volantes del
contrario que salir a pedir la pelota y apropiarse de ella, ju-
gadores crudos y con mucho por aprender y mejorar.


Los delanteros son altos y rápidos pero torpes, exceptuando
al intrépido Mejía, que es escurridizo y tiene jugadas intere-
santes pero si no le llega el balón es muy complicado que
haga algo. Marcos Pérez es un delantero rápido de los pocos
que saca la cara en el ataque en Colombia pero quedó en
deuda, no es el mismo que rompió defensas en el torneo co-
lombiano con el Chicó FC. Mientras que Cristián Nazarith lo
único rescatable que tiene es el empresario, vender a un
jugador tan limitado técnicamente por 1000 millones de pesos
(500.000 dólares aprox) al fútbol italiano.


La oportunidad de ir a un Mundial juvenil se esfumó tan rápi-
do como la clasificación a una segunda ronda por sorteo “lo
que por agua viene, por agua se va”. Habrá que esperar al
2011 cuando Colombia sea la sede del torneo y los jugadores
que hasta ahora empiezan a mostrarse saquen la cara por el
país, tienen dos años para hacerse notar, crecer y tener una
actitud que desde hace años se perdió en el jugador colom-
biano, la de ganar.