
Hace una semana se corrió el rumor en Buenos Aires sobre la muerte de Diego Armando Maradona. En los canales principales de noticias se daba como un hecho; ¿Quién quiere matarlo?. ¿Qué hizo mal?.
Para los que somos aficionados al fútbol, Maradona, no ha hecho nada malo; todos los vemos como el mejor de todos los tiempos. Desde sus comienzos en Argentinos Juniors y Boca Juniors nos deleitamos, pero su mejor momento lo mostró con el Napoli de Italia y con la selección de su país en el mundial de México 86.
Siempre acostumbrado a generar odio y alegria cuando jugaba, pero conciente que hacía lo que gustaba y que nadie lo iba a frenar en esa lucha por ser el mejor jugardor del fútbol que existiera en el planeta.
Pero tanta fama y alegria trae muchas cosas de las que los humanos no estamos listos para recibirlas. Así como tuvo fortuna a la hora de jugar al fútbol, tuvo la mala suerte de ser rodeado por un mundo negro, que lo ha ido llevando de a poco al cielo que alguna vez lo puso en una cancha de fútbol para que millones de personas se deleitaran.
Después de haber tenido la gloria a cuestas y de intentar volver al fútbol cuando ya le quedaban los últimos cartuchos, este astro del balón nunca pudo dejar los vicios. En el 95 cuando volvió a Boca Juniors fue suspendido varios meses por doping; el informe decía que en su sangre se había encontrado cocaína.
Quizo seguir, pero las lesiones, los conflictos con sus técnicos y el vicio lo dejaron por fuera; en el 97 viste por última vez la camiseta de su amado Boca después de derrotar a su eterno rival, River Plate, en su propia cancha.
Su vida fue cayendo, subió exageradamente de peso, los escándalos a todos los lugares del mundo al que iba, crecian como arroz. Cuando iba a La Bombonera se le veía en un estado pauperrimo; su vos se aceleraba cada vez que hablaba y siempre estaba fatigado.
En ese estado tuvo su peor momento, pero al que muchos tendriamos que agradecer por traerlo de nuevo a la tierra. Después de una sobredosis fue llevado a la clínica, donde estuvo en coma por varios días, acá quemó su primera vida y vió tan cerca la muerte que juró por sus hijas que iba a dejar el vicio y se sometería a una operación que le haría perder peso y lo dejaría como cuando era jugador.
Y así fue...volvió como el mejor, en un programa en el que iba hablar de su trayectoria e iba a invitar a las personas que él quisiera. Todo el país se alegró, no podían creer que alguien que estaba tan mal estuviera tan bien y estuviera, como hace unos años, haciendo disfrutar a todo un país.
Al no poder consumir drogas, Diego nunca se cuidó con las comidas y con el alcohol; en todos sus viajes consumía y bebía de una forma atroz. Pero llegó otro susto en el que el astro quemaría su segunda vida; un transtorno hizo que fuera internado, el diagnostico: posible hepatitis por exceder su consumo con el alcohol.
Diego lleva 2 vidas, le quedan 5 y todavía no se sabe por qué hay que personas que quieren verlo muerto. Nunca le hizo mal a nadie, por el contrario...a todos nos hizo ver el fútbol de una manera distinta y más entretenida. No nos imaginamos que sería de Buenos Aires y del mundo, el día que este ídolo se muera.
Por eso, pedimos que no lo maten, a sus 46 años todavía puede dar algunas alegrias y que muchos serán felices cuando lo vean alentando a la selección de su país o a su segundo amor, Boca Juniors.