River se desangra


Nadie puede negar que el fútbol en Argentina es una verdadera pasión, para muchos está ligado a sus vidas como una religión y una razón para su existir. Los grandes equipos, tienen dentro de su inmensa fanaticada a los denominados “barrabrava” una especie de súper hincha que no abandona nunca a su equipo, que lo apoya en las buenas y en las malas y que muchas veces entra sin pagar un peso a ver a su equipo, esto con complicidad del mismo club, que regala entradas a los partidos como manera de agradecer el incansable apoyo.

Sin embargo, River Plate, está viviendo un momento que difícilmente será olvidado por los que amamos este deporte, el fútbol. Los pobres resultados, los partidos sin ganar, las copas que se ven por televisión y se quedan sin jugar, sumados a una larga lista de fracasos que los "millonarios" han sumado hasta hoy. Han hecho que la afición repudie esta situación y critique duramente a sus jugadores, cuerpo técnico y hasta el mismo presidente.

Hasta aquí todo normal, todo Jamaica, lo duro de masticar y de entender es que “Los borrachos del Tablón”, la barra representativa del "Millo", es el fiel reflejo de la actualidad que vive su club, pues así como River, Los Borrachos están en crisis. Sus dos líderes, que tomaron el control hace aproximadamente tres años y que ahora tienen prohibida la entrada a cualquier estadio del país por sus antecedentes criminales en peleas dentro de los estadios, dividieron a su hinchada en dos: los de Alan y los de Adrián. Dos bandos que literalmente se están matando, no por su equipo, ni por la pasión del fútbol, sino por una lucha sin fin en una guerra sin vencedores ni vencidos y un solo damnificado… el deporte rey.

Desde el año pasado, justo después del Mundial de Alemania, al cual asistieron algunos representantes de la barra, en un partido por Copa Libertadores ante Libertad en Paraguay, los Borrachos protagonizaron una verdadera batalla en contra de los aficionados guaraníes, la policía, e incluso los mismos hinchas de River.

Poco después en las instalaciones del club de Núñez, se enfrentaron los dos bandos a bala, que por cosas que no se entienden en la vida, no hubo ningún herido. Sin embargo, la guerra ya estaba declarada entre estos dos sectores y que el “mierdero” explotara era sólo cuestión de tiempo.

La eliminación millonaria en la primera ronda de la Copa Libertadores, los malos resultados en el torneo local y el bajísimo nivel que presentan su jugadores, que para esta temporada suman más de 27 millones de dólares en nómina, se suman a una larga sequía de títulos que fueron el detonante que provocó a que la mayoría de fanáticos empezaran a insultar a sus jugadores y a su entrenador Daniel Passarella, que con su infinito orgullo de Kaiser, no baja la cabeza a pesar de sus errores.

Pero, el domingo pasado, al termino del clásico entre River e Independiente de Avellaneda, que terminó empatado a un gol, los barrabrava explotaron, insultaron a Passarella y al presidente Aguilar, y lo peor, la violencia y la ira contenida de los aficionados dentro de las tribunas, se traslado a las afueras, donde entre bandos se enfrentaron con armas blancas dejando a tres heridos graves, sin embargo, la pelea no terminaría ahí, en la madrugada del otro día la casa de uno de los lideres, fue baleada por desconocidos.
Un aviso de batalla en una guerra que no se justifica, un equipo que fecha tras fecha, deja más tristeza que alegría; una institución que a pesar de lo grande que es, o que fue???, se desangra con cada hincha herido; se lamenta y se retuerce con insulto recibido.

Solo recuerdos quedan de aquel equipo donde jugó Amadeo Carrizo, Di Stefano, Francescoli, Crespo, jugadores que lo hicieron grande; ahora lo que más se comenta en las tribunas es el pobre y vergonzoso presente futbolístico e institucional por el que atraviesa el club, además en voz baja se susurran los nombres de los barras que nadie quiere nombrar por miedo a represalias, pero que están aportando a que la situación de River sea peor, desangrándose gota a gota, en cuidados intensivos y con un futuro poco prometedor de no cambiar esta situación... Pronostico reservado.