El pequeño enano picaron



Hace pocos días leí en una editorial de una reconocida página de Internet una carta abierta al señor Luís Augusto García, donde el autor le decía de frente unas cuantas verdades al mayor accionista del club Deportivo Los Millonarios. Y sin estar de acuerdo en todo lo que dijo, sí encontré varias cosas que me llamaron la atención, sobretodo lo concerniente a lo que el ex entrenador azul Juan Carlos Osorio, dijo al partir a Chicago: “hay gente cercana a Millonarios que no quiere que el equipo salga adelante”.

Tras esa dura frase del profesor pereirano, mis inquietudes crecieron y las dudas me invadieron, así que decidí preguntarle a personas cercanas a la institución más endeudada del fútbol colombiano sobre las influencias del Chiqui García dentro del equipo.

Muchas fueron las respuestas, pocas las verdades, sin embargo, hubo cosas que sin querer queriendo quedaron en el aire y vale la pena darlas a conocer.

Una de ellas viene desde la misma dirigencia embajadora, donde negaron cualquier vínculo con el señor García, limitándose a contactos estrechamente relacionados con la contratación de jugadores y recomendaciones que como mayor accionista del Club puede hacer. Sin embargo, nada quedó aclarado, y me indujeron a pensar en que sin la aprobación del Chiqui, nada se resuelve en Millonarios.

Adicionalmene, supe por medio de algunos medios en Colombia que el volante de contención Andrés Pérez estaba en la mira de Millonarios para reforzar el plantel para este semestre, sin embargo, el mismo jugador admitió que había tenido contacto con el presidente Juan Arlos López, pero que era difícil que se llegará a un acuerdo económico. No obstante, alguien cercano al jugador me advirtió que la negociación no se dio porque entre Pérez y García, quien pidió por el volante, había diferencias personales gracias a un problema entre ellos de tiempo atrás. A pesar de que Andrés Pérez hace parte de la camada de jugadores promovidos por el chiqui al igual que Fabián Vargas y Kilian Virviescas.

Por otro lado, el ex arquero de Millonarios, Héctor Burguez, iba a ser el asistente técnico del equipoi acompañando a Martín Lasarte en la dirección técnica, sin embargo, pude acceder a información que decía que la salida del arquero uruguayo había sido obra del Chiqui y que no lo quería en el equipo, por eso nombraron a “alguien de la casa” como Bonner Mosquera.

Por su lado, Burguez solo se limitó a decir que no se dieron las cosas, gracias a que Bonner tiene más confianza con los jugadores y con la dirigencia embajadora. Además esquivó el tema pasando a las posibilidades que tuvo para dirigir a la Academia Compensar que finalmente no se concretaron.

Después de estas líneas queda clara una cosa, y es que Millonarios no es democrático en sus desiciones, dándole la razón al autor de la carta abierta al señor García en la página de Futbolred, Millos está manejado por un solo personaje, que tras el rótulo de “mayor accionista” hace y deshace en un equipo habido de mano dura, por parte del estado y por parte de la propia hinchada.

El mal que García le hace a Millonarios, no sólo atraviesa la contratación de jugadores y de cuerpo técnico, pasa por los malos manejos que se le da a la institución y na la errada toma de desiciones trascendentales para la institución como la escogencia del presidente y mesa directiva.

Además la actitud del enano más poderoso del fútbol colombiano hacia figuras insignias para la hinchada azul como Pérez y Burguez, que lo único que buscan es el bien para el equipo, deja en claro que García no quiere a Millonarios, que lo usa como una maquina de producir plata y prestigio en un fútbol manejado por la corrupción y el bienestar personal antes que colectivo. Lo triste de todo es que muchos hinchas lo tienen en lo más alto por un invicto de 29 fechas que no llevó a nada, por una Copa Merconorte que nadie celebró y por el último título que en 1988 la hinchada azul festejó.

Un personaje que se carcome a Millonarios, como el oxido al metal, como la gangrena la infección, una larva que disfrazada de mariposa, que mata desde adentro a las ilusiones millonarias de verlo una vez más campeón y siendo aquel –ballet azul-.