Silbatos en la mira



Los malos arbitrajes que se vienen presentando, cada vez con más frecuencia, en el fútbol latinoamericano es suficiente motivo para que los señores de la Conmebol y la de todos sus afiliados, se preocupen, pues el mal papel de los hombres de negro influencia en resultados que favorecen a unos y damnifican a otros, dejando como incógnita el verdadero significado de Justicia.

Esta semana Sergio Pezzotta, catalogado como el mejor arbitro argentino y uno de los mejores del continente del sur, fue suspendido por la AFA al término del encuentro entre San Lorenzo de Almagro y River Plate, asegurando que las decisiones que tomó favorecieron al equipo de la banda cruzada, al pitar un penal dudoso a favor del “millo” e influir en varias más que perjudicaron al actual campeón argentino.

Por tal motivo, el juez rosarino no podrá dirigir la próxima jornada del torneo apertura (la cuarta) ni tampoco la segunda (por sorteo), mostrando que la AFA castigará a todo aquel que se equivoque.

Este interés de la dirección del fútbol gaucho por frenar la avalancha de errores que partido a partido y torneo a torneo se vienen presentando, deja en tela de juicio la formación que tienen los árbitros de primera división, muchos de ellos internacionales, o por qué no, la afabilidad con que muchos de ellos pitan favoreciendo intereses ajenos al fútbol.

No obstante, Pezzotta no es la primera vez que está en la mira de la AFA por su bajo rendimiento, en el súper clásico pasado entre Boca y River que se disputó en la Bombonera, las críticas llovieron a cantaros sobre el arbitraje del rosarino que por ese entonces no fue suspendido. Sin embargo, siguió pitando y sus errores continuaron, hasta que por fin, el máximo organismo del fútbol argentino, tomó la desición de no asignarle partido como castigo.

Casos extravagantes como el del retirado “Sargento” Daniel Gimenez, quien mínimo expulsaba a un jugador, o pitaba penal cada partido, o los suspendía por hechos de violencia, mostraba la falta de carácter de un juez que se salía de sus casillas y repartía tarjeta a diestra y siniestra, mientras que los jugadores, entrenadores e hinchas se calentaban por las desiciones absurdas que solía tomar.

Ese mal que enceguece a los jueces no se sabe como se llama, ni como combatirlo, sólo se puede frenar con pañitos de agua tibia, mientras se le busca una verdadera solución al problema que pitazo a pitazo avanza sin piedad.

Es tan avanzado el mal que desde hace mucho llegó a Colombia, aunque en algunos casos, los cuestionados salieran a defenderse tras las influencias del narcotráfico, diciendo que estaban amenazados, comprados, asustados, en fin, la misma cosa.

Recordando uno de los más recientes casos, sale a flote el más pesado de todos, el que muchos de ustedes recordarán porque DEPUNTAZO le dedicó tiempo, análisis y hasta le regaló video. La actuación de, supuestamente, el mejor arbitro nacional, Jorge Hernán Hoyos, quien pitó un penal inexistente a Santafé en los últimos minutos del partido ante Tolima, que de convertirlo, dejaba al equipo bogotano adentro del grupo de los 8 mejores del fútbol colombiano.

El caso dio la vuelta al mundo y el video también, la descarada actuación del juez y sus asistentes fue castigada duramente por la comisión arbitral, pero nadie se hizo cargo de los damnificados por el grueso error arbitral. Sin embargo, tiempo después el juez caldense se mandó la mano al pito y volvió a dirigir encuentros nacionales e internacionales, dejando a merced de esa curiosa raza de seres humanos que suele perder la vista al vestirse de negro, la justicia con la que debe ser arbitrado un partido de fútbol.