Martin Desastre y la culpa filosofal





Martín Lasarte, ex jugador y técnico uruguayo, con una hoja de vida intachable y con un largo historial de títulos en su carrera, fracasó en su paso por Colombia dirigiendo al "más veces campeón" del fútbol colombiano, Millonarios.

En su efímero paso por tierras chibchas, que duró 67 días, (llegó el 11 de julio a Bogotá)defendiendo los colores embajadores y tratando de armar el desastre que dejó Juan Carlos Osorio al irse a Chicago, no tuvo los resultados que él, los dirigentes y la hinchada esperaban, por el contrario dejó más hundido a los azules en el fondo de la tabla y con presentaciones carentes de fútbol que causaron su despido.

Lo único rescatable para el uruguayo es que después de 6 años Millonarios pasa de ronda en una copa Internacional, la última fue en 2001 cuando ganó la Merconorte, sin embargo, hay que ser obtusos y ciegos para no darse cuenta que el nivel que mostró el equipo bogotano en la Sudamericana fue pobre, tirando a desastroso.

No obstante, el objetivo de este post no es darle palo a Lasarte sino demostrar que fue víctima de maniobras institucionales que lo dejaron por fuera de un proyecto sin armar y producto de determinaciones tomadas a la carrera.

Para empezar, hay que ser claro y decir que la salida de Osorio como DT de Millos, desbarató los planes para el torneo local y para la sudamericana, sin entrar en detalles y sin buscar culpables de la salida del pereirano rumbo a Chicago, admitiremos que fue por la “gran oferta” que el club gringo hizo al ex asistente del Manchester City.

Sin rumbo y sin quien tomará las riendas del equipo, los directivos se apresuraron a llamar a alguien de nombre para asumir el cargo de entrenador, ¿pero por qué alguien con nombre? ¿acaso no hay en el fútbol colombiano alguien capaz de dejar una buena impresión con Millonarios? O ¿ya todos los técnicos colombianos han pasado por Millonarios sin ton ni son y no quieren más volver? Porque si algo es cierto, es que todo aquel que tome las riendas azules y se vaya no vuelve jamás y se va hablando pestes del Club, lo dijo Pinto, lo dijo Cheche, lo dijo Pecoso, Maturana, Osorio y la lista continua, el único que volvió e ilusionó a la gente con un disfraz de invicto que duró 29 fechas fue el tan nombrado Chiqui García. ¿qué tiene García que no tengan los demás? ¿acciones, poder, plata, no tiene vergüenza?

El caso fue que después de mirar varias opciones demasiado altas para el presupuesto embajador, se decidió llamar a Lasarte como domador de leones, que llegó a Bogotá sin conocer mucho del fútbol criollo ni a los jugadores con que contaba. Sin embargo, asumió el reto y desde que llegó trabajó con lo que tenía para poder hacer algo con el equipo que le habían dejado, aunque llamó a un trío dinámico que más que soluciones, le trajó problemas.

Néstor Silva y Fernando Fadeuille fueron despedidos junto con el cuerpo técnico por bajo rendimiento, mientras que Marcelo Tejeira, jugador de larga trayectoria internacional pero viejo como la mayoría de sus compañeros en Millonarios, tiene la posibilidad de quedarse en el equipo siempre y cuando rinda.

La cuestión es simple, el entrenador uruguayo fracasó dirigiendo a Millonarios así como lo han hecho más de 25 entrenadores desde la década del 80, sin embargo, la culpa no fue de él, la culpa fue de los directivos azules que tomaron desiciones apresuradas y erradas, poner a Bonner Mosquera como asistente técnico da pie para pensar en la improvisación y tacañería embajadora, pues así como se endeuda para que su nomina sea la más cara del país, debería meterse la mano al drill y ser inteligentes y hacer procesos desde inferiores que saquen buenos jugadores.

Como en toda debacle y en toda crisis nadie se hace responsable de sus actos, el que lleva del bulto es el entrenador, que con poco tiempo de adecuación y de conocimiento del equipo no pudo hacer más que lo que hizo. Además si ese mismo equipo, salvo unos cuantos jugadores que se fueron, peleó hasta la última fecha de las finales para clasificar a la finalísima, por qué el bajo rendimiento, ¿por qué la actitud de jugadores como Bedoya y Martínez que se insultan y se golpean en los entrenamientos? ¿por qué los hinchas se despertaron tarde del sueño en que Pepsi y las tapitas engañaban y de paso ilusionaban?

Martín Lasarte una víctima más de la ineficacia, la corrupción y la manipulación de directivos que buscan lucrarse con un equipo quebrado, pero en búsqueda de un futuro mejor que le devuelva a sus hinchas, a Bogotá y al país ese orgullo Millonario, que un día brilló y parece haberse apagado para siempre.