Volvió el clásico al barrio señores





Más de cuatro años tuvieron que esperar las hinchadas de ambos equipos para volverse a ver las caras en un clásico barrial. San Lorenzo y Huracán de nuevo frente a frente en uno de los partidos más emblemáticos del fútbol argentino.

Tras la larga espera que tuvieron que aguantar, aficionados de uno y otro se dieron cita en el Bajo Flores para ser testigos del clásico número 145 entre el Ciclón y el Globo. Fiesta en las tribunas, miles de papelitos en el aire, gritos a todo pulmón desde cada rincón del Nuevo Gasómetro, insultos de un bando a otro y viceversa, era lo que se vivía momentos antes de que los equipos salieran a la cancha.

La historia dice que estos dos equipos han jugado entre sí, 145 veces, con 69 partidos ganados por los de Boedo, 39 por los de Parque Patricios y 37 empates. Mostrando la paternidad de los Matadores sobre su rival de barrio.

La última vez que estos dos equipos se habían enfrentado, fue en el 2003, cuando San Lorenzo recibió a Huracán en el Bajo Flores ganándole contundentemente cuatro a cero. Casualmente, ese partido Huracán lo jugó descendido, pues una fecha antes, había perdido ante Boca, firmando así su sentencia a bajar a la segunda división donde estuvo 4 años, los mismos que tuvieron que esperar ambos para verse de nuevo las caras.
Por otro lado, y con un ingrediente especial, el delantero del Ciclón Andrés Silvera era el único que como jugador en la cancha sabía lo que significa un partido ante su eterno rival, pues en años anteriores, cuando defendía los colores del globo, enfrentó a su club actual San Lorenzo.

La rivalidad entre estos dos equipos nace de la proximidad en la que se encuentran los dos barrios, Boedo y Parque Patricios, dos lugares que casi sin darse cuenta forman uno solo, pues su arquitectura, sus calles, y su gente es la misma desde hace casi 100 años. Esa misma que defiende a muerte los colores de su club y el honor de su respectivo barrio.

La rivalidad es tan alta que hasta está manchada de sangre, pues hace 10 años, después de un San Lorenzo - Huracán, ambas hinchadas se cruzaron y se enfrentaron violentamente, dejando un hincha de Huracán muerto de un balazo, unos dicen que fueron los del Ciclón y otros que los mismos de Huracán, uno de tantos mitos que rodean a este clásico.

Asimismo, la mítica bandera que los del globo le robaron a los hinchas del ciclón, lleva consigo miles de arengas en torno a ello, cargadas, cánticos, humoradas y provocaciones que sobrecargan este clásico de violencia. No obstante, desde la dirigencia de ambos equipos se lanzó una campaña para evitar que los aficionados de lado y lado se pelearan, queriendo convertir el partido con más barrio de la Argentina en uno lleno de paz.

En un clásico como este, donde se juega a muerte defendiendo los colores de su equipo, y se alienta sin parar por el honor y la historia que significa ganar un partido de estos, el resultado es lo que prima. Sin embargo, en esta ocasión fue lo de menos. Un gol para cada uno y la repartición de los puntos en un campeonato que tiene a los azulgrana sin posibilidades de bicampeonar, y a los rojiblancos, sumando para salvarse del descenso.

El partido se jugó tranquilo, sin muchas emociones en cancha pero con miles en las tribunas. El empate poco o nada importó, lo que más se resaltó fue que tanto los de Boedo, como los de Parque Patricios volvieron a enfrentarse, escribiendo una página más en la historia del fútbol argentino.