60 años de pasión en las tribunas

Por: Andrés Restrepo
andres@depuntazo.com

Desde que se dio el pitazo inicial al primer partido de fútbol profesional en Colombia el 15 de agosto de 1948, nadie se imagino que tuviera tanta aceptación y que de a poco se convirtiera en una verdadera pasión y en parte de la idiosincrasia de un país que en ocasiones está más pendiente del fútbol que de otras cosas.

Es por eso que Depuntazo hace un recorrido por las hinchadas más famosas del fútbol nacional, aquellas que empezaron con cientos y se fueron multiplicando hasta llegar a miles. Además entérese de cómo se fue transformando el perfil del hincha colombiano desde sus inicios hasta lo que tenemos hoy en día con el apodo de barra brava.

De por si, el fútbol siempre ha llamado la atención de las personas, tanto para jugarlo como para verlo en escenarios deportivos. También es cierto que a todos les gusta identificarse con un equipo, ya sea por localismos, afinidades o pos simple gusto. Es por eso, que a finales de los años 40, cuando apenas empezaba a acomodarse el fútbol profesional en Colombia, aparecieron las primeras grandes hinchadas en el país.

La primera de ellas fue la bogotana, identificada con el primer campeón colombiano, Independiente Santa Fe, quien tuvo el lujo de gritar por primera vez campeón y colgar la primera estrella en su escudo. Un año más tarde y gracias a la contratación de grandes figuras del fútbol argentino, Millonarios acaparó la atención de la mayoría de aficionados de la capital y del país, pues su estilo de juego, llamado el “ballet azul” por aquella época, hizo que los estadios que visitaba estuvieran colmados por hinchas que querían ver a sus ídolos como Pedernera, Di Stefano y Rossi juntos.

La hinchada bogotana entonces fue tomando fuerza de la mano con el equipo azul. En plena época del Dorado, cuando un peso colombiano tenía más valor que el dólar, el hincha “cachaco” tenía un perfil alto, las precarias tribunas del “Campín” eran colmadas por miles de aficionados con abrigos finos, sombreros importados y un estilo digno del verdadero “cachaco”.

Por otro lado, en tierras mucho más cálidas y con un perfil no tan alto como en la capital, los aficionados caleños le ponían más alegría a sus tribunas con aplausos y orquestas tropicales que prendían la fiesta en el estadio. Boca Juniors de Cali, un equipo de barrio, y que fue el único que le hizo frente al poderío de Millonarios fue el que más seguidores tuvo.

Posteriormente y con el paso de los años, las tribunas fueron adquiriendo más color, más alegría, casi de la mano con la aparición de la televisión a color. Pues ya los aficionados no iban tan parcos al estadio sino que llevaban banderas e insignias de sus respectivos equipos, además gracias a las imágenes que transmitía la TV, se fueron adoptando costumbres como la de cantarle al equipo, a sus figuras y la hinchada contraría.

Por su parte Medellín tuvo un gran crecimiento de su hinchada, pues tanto el Atlético Nacional, como el Independiente Medellín tuvieron grandes campañas, que causaron un gran auge en los aficionados paisas. La diversión y el esparcimiento se limitaba a ir al estadio. Además la proliferación de jugadores de esa región motivaba aún más a verdes y rojos.

Además un hecho que marcó la historia de la hinchada verdolaga fue el título que obtuvo Nacional en la Copa Libertadotes, pues era el equipo de moda, así como lo fue Millonarios en el Dorado, aunque sin estrellas internacionales, pero si con la mitad del plantel que componía la selección Colombia de los 80 y posteriormente la de los 90.

A estas alturas, con un futbol mucho más competitivo y con las hinchadas claramente diferenciadas y con su propia identidad, cada vez más se adoptaban costumbres de otros países, como pintarse la cara al estilo Hooligan en Inglaterra, o llevar bombos, platillos y trompetas para animar a la afición. En fin, el tiempo se fue encargando de transformar aquella imagen monocolor y frívola de los inicios del fútbol colombiano, en un verdadero carnaval.

En cuanto al hincha de la Selección, se puede decir que el estilo cafetero es muy diferente al del resto de los países latinoamericanos. El hincha insignia, que le dio identidad a la afición colombiana fue el “Cole” una especia de buitre vestido de amarillo, azul y rojo, y que arriesgado, solía colgarse de las barandas de los estadios para alentar desde ahí a su querida selección.

No obstante, con el paso del tiempo la pasión con que se llevaba el fútbol en Colombia se salió de control y siguió adoptando costumbres de otros países como Argentina, en donde las barras bravas se apoderaron de las tribunas alejando de taquito a gran parte de la afición y transformando aquella imagen de pulcritud, en una desfigurada versión de barra brava criollo.