Dos caras del 5 a 0


Por: Iván Andrade y Martín Lizardo
ivanandrade1@hotmail.com - Marzardo10@gmail.com

Hay cosas que pueden pasar desapercibidas en un partido de fútbol, hay otras que no, y también hay otras que definitivamente nunca se olvidarán. Sin embargo, en la última fecha por las eliminatorias al Mundial de Estados Unidos 1994, Colombia visitó a Argentina y la humilló en su estadio goleándola por cinco a cero. Acá están dos miradas de ese partido, dos vistazos desde diferentes frentes, el colombiano y el argentino.

“Argentina arriba, Colombia abajo” dijo alguna vez el astro Diego Armando Maradona. La historia lo había demostrado una y otra vez. Pero una noche en el Antonio V. Liberti 15 años atrás, ese orden se invirtió. Durante unas horas fueron los colombianos los que estuvieron por encima de los argentinos. En una de las noches más recordadas por el país de mejor café del mundo y de una Selección que por aquella época daba cátedra de cómo jugar al fútbol, 11 jinetes cabalgaron la victoria sobre una desconocida Argentina.

Cinco fueron los goles, y millones los corazones que vibraron con cada uno. Aquella goleada impensada se convirtió en un hito en la historia de Colombia. Muchos seguramente recordarán a todo el Monumental, ese estadio enorme e imponente, aplaudiendo a la selección cafetera y a su generación de oro. Esa tarde del cinco de septiembre de 1993 Colombia hizo una demostración de fútbol contundente y hermoso. Esos cinco goles fueron las notas altas de una sinfonía que aún resuena en las mentes de todos los colombianos que disfrutaron del buen fútbol.

Para los colombianos ese resultado en Buenos Aires fue, es y seguirá siendo una de las cosas más importantes que han ocurrido en el país. Ese “5-0” fue especial para todos, tanto así que el presidente de aquella época, Ernesto Samper, decretó día cívico en honor a esa victoria, pues no todos los días se le puede ganar a una de las mejores selecciones del mundo, dos veces campeona mundial, en su estadio y por un marcador tan abultado. Desafortunadamente fue seguida por el fracaso en el mundial de Estados Unidos 1994, donde Colombia tuvo una actuación desastrosa. No obstante, ese partido en el Monumental fue un momento que llenó de alegría al país que parió a Valderrama, Asprilla, Rincón y los demás. Por un momento Colombia fue más que Argentina.

El “5-0” se convirtió en una marca registrada de una generación de jugadores que se merecían mucho más que el primer puesto en las eliminatorias al Mundial del 94, Sin embargo, es tan solo un bello recuerdo de tiempos que fueron mejores para el fútbol colombiano, Un momento en que Dios se vistió de amarillo, azul y rojo y castigó con su furia a un equipos que se creía más que todos.

Cuando uno va a la cancha a ver a su equipo favorito o a la Selección de su país lo único que quiere es verla ganar, no importa el precio, la forma o los goles, simplemente ganar. Pero ¿qué pasa cuando en vez de ganar miles de personas son testigos de una humillación en el propio estadio y ante un rival que parecía inofensivo? Pues bien, las respuestas llevan dándonos tumbos en la cabeza a la mayoría de los argentinos que vimos como caía la Albi celeste por 0 – 5 ante Colombia.

Aquella noche el clima era raro, hacía frío, pero el color y la alegría de las tribunas contagiaron a todo el público local. Sin embargo, había algo en el ambiente que no estaba bien, tal vez un presagio, o quizás la calma que antecede a un huracán, Finalmente, tras los cinco goles, el frío se hizo más penetrante llegando hasta el corazón de cada hincha argentino.

Aquel 5 de septiembre del 93 nadie lo podía creer en el Monumental, ni siquiera los propios hinchas colombianos que veían como su Selección, comandada por “el negro” Maturana goleaba a una de las favoritas del continente. Valderrama, Asprilla, Rincón y Valencia, fueron las cabecillas de un grupo de verdugos que acribillaron a un equipo sorprendido y confiado, mientras que Oscar Córdoba, dando sus primeras atajadas como arquero cafetero, fue un cerrojo en su arco y no permitió que los ataques rivales terminaran en gol.

Aquella goleada fue dura, contundente y mandó al equipo argentino a jugar el repechaje ante Australia. Y aunque finalmente se terminó clasificando, aquella goleada fue un golpe bajo al orgullo argentino, nos tocaron donde más nos dolía y lo peor, con algo de lo que gozábamos sobre las demás Selecciones. Tal vez haya sido un castigo divino a tanta arrogancia, a creernos los mejores y a ganar los partidos antes de jugarlos.

Pero a pesar de la derrota y de la humillación que nos propinó el equipo colombiano, caímos ante una exquisita demostración de fútbol, ante un grupo de jugadores que en ese momento fueron los mejores. Ya pasaron 15 años de aquel inolvidable suceso, y juzguen ustedes si vale la pena vivir en el recuerdo, o mirar hacia delante para seguir haciendo historia.