Cuidado, llegó el Enzo.


Por: Andrés Camilo Restrepo
andrespepo@gmail.com

Para muchos fue el jugador más elegante que se haya visto en una cancha de fútbol. Sus piernas eran dos pinceles que hicieron verdaderas obras de arte en cada estadio donde jugó, marcó goles y fue ídolo. Se trata de Enzo Francescoli, uruguayo de nacimiento y riverplatense de corazón que dejó una marca imborrable en el fútbol suramericano y en el corazón de los hinchas del equipo Millonario.

Corría el año de 1982 y en River Plate las cosas no andaban bien. Los jugadores emblemáticos se habían ido a Europa y los jque quedaron no tuvieron la misma suerte que sus antecesores, Ramón Díaz, Norberto Alonso, entre otros. Por eso surgió la urgencia de buscar rápidamente a quienes le cambiaran la cara al equipo y obtuvieran buenos resultados.

Por esos años en Uruguay Peñarol y Nacional tenían los mejores futbolistas del país y eran quienes exportaban la mayoría de ellos al fútbol internacional. Sin embargo, Wanderes, un equipo humilde y sin mucha historia, tenía en su plantel a un elegante jugador, de delgada figura y finura en su andar, nada que ver con el biotipo del jugador uruguayo que se caracteriza por su fuerza y su recio físico.

Se trataba del mejor jugador que el país marplatense haya visto nacer y portar la camiseta celeste de la Selección Nacional con tanto orgullo y con tanta gloria. Enzo Francescoli, que tenía como meta desde sus inicios como profesional, llegar a River Plate y ser ídolo de su hinchada y referente de su Selección uruguaya.

No obstante, con la carencia de buenos jugadores que tenía el equipo de Núñez, un jugador diferente y desequilibrante sería una buena opción para la crisis de resultados en la que se encontraba River. Es por eso que después de 6 meses de negociaciones, se llegó a un acuerdo entre uruguayos y argentinos para transferir los derechos de Francescoli por una suma de 310 mil dólares.

Finalmente el 24 de abril del 83, el uruguayo hizo su debut en el equipo de la banda cruzada, en un partido que su equipo le ganó a Huracán por 1 a 0 jugando en la posición de volante por derecha, ya que las posiciones de volante creador y delanteros estaban cubiertas por los titulares de siempre.

Durante ese año, el uruguayo la pasó más mal que bien, pues una serie de lesiones lo alejaron de la titularidad y el rendimiento del equipo no fue el mejor, haciendo que la ilusión de los hinchas que iban a verlo partido tras partido, se convirtiera en desilusión y en rechazo.

Pero ese año terminó y enseguida empezó una nueva etapa en la vida de Francescoli. Hector Veira tomó las riendas del equipo promediando el 84 y lo ubicó en la posición en que se consagró, como diría el propio Enzo: “de nueve y medio, arriba en la punta, haciendo goles de todos los calibres y perfiles”. El apelativo de príncipe se lo puso uno de los grandes del periodismo deportivo en Latinoamérica, Victor Hugo Morales, ya que al narrar un gol de Francescoli, cantó una parte de un tango la cual decía: príncipe soy, tengo un amor y es el gol. Marcando la vida del uruguayo para siempre.

Después llegaron los años gloriosos para el “príncipe del fútbol”, nombrado jugador del año con el premio Olimpia en el 85 y campeón con River en el 86 del torneo local además de la participación en un Mundial de fútbol con la selección de su país.

Francescoli fue vendido al fútbol francés donde no tuvo el brillo que tenía en River, y tras 8 años, 5 meses y 19 días de haberse ido del club de sus amores sin siquiera despedirse, volvió para quedarse hasta el final de su carrera. Durante ese tiempo de ausencia pasaron técnicos y jugadores en enorme cantidad, hubo triunfos y derrotas que pasaron al olvido, pero lo que la hinchada siempre reclamó fue la vuelta del uruguayo, del Enzo, de aquel jugador que desde su llegada se declaró hincha fiel del equipo de la banda cruzada, y que prometió volver a River para ganarlo todo.

Y así fue, en su vuelta logró lo que le había sido esquivo varias veces, conformar uno de los mejores equipos del mundo y ser aclamado por multitudes. En el 96 fue el capitán y conductor del River campeón de la Copa Libertadores y finalista de la Copa Intercontinental que perdió contra la Juventus.

Dentro de los logros más importantes de su carrera se encuentran el título de la copa Libertadores del 96 con River Plate, las Copas América del 83, 87 y 95 con Uruguay y un campeonato de Liga en Francia con el Marsella. Pero la más importante de todas fue convertirse en la mayor estrella del equipo Millonario, ese que nunca olvidarán sus hinchas y que es motivo de adoración cuando se le recuerda.

El Enzo llegó en un momento en el que River necesitaba de jugadores insignia, talentosos y que amaran al equipo por sobre todas las cosas, esa misma necesidad se repite 25 años después. ¿Habrá otro Enzo para la familia Riverplatense?