Vélez campeón, Huracán el mejor.


Se jugó la última fecha del torneo clausura argentino y Vélez se quedó con el campeonato al ganarle como local a Huracán por 1 a 0. Fiesta en Liniers y tristeza en Parque Patricios, en un final de campeonato que quedó en la historia.

Quedó guardado en la historia por dos razones fundamentales, por que muy pocas veces los dos equipos que disputan el titulo se enfrentan en la última fecha, dándole un toque de final. Y porque tanto campeón como subcampeón lo merecieron, uno por entrega y el otro por su fútbol, enfrentándose dos estilos, el de ganar como sea, contra el de ganar jugando bien.

Por el lado del campeón, quedó demostrado que para jugar fútbol no se necesita jugar bien, sino entregarse de alma, corazón, goles y eso que llaman huevos. Cada fecha, los jugadores dirigidos por “El tigre” Gareca, mostraron en la cancha su ambición por ser protagonistas en un torneo que siempre fue competitivo de principio a fin que terminó con fiesta en la casa llena.

Once victorias y tan sólo una derrota en un campeonato de 19 fechas, son suficientes números para adornar una campaña casi perfecta del nuevo campeón argentino. Que en su última presentación fue fiel a su estilo, esperar, tener la pelota y atacar en el momento justo para ir en busca del gol..

Por el lado del subcampeón, ese estilo del que tanto se habló, ese fútbol que a muchos gustó, y que rodeó a Huracán durante todo el torneo, estuvo ausente en el partido más importante de sus últimos 36 años, en el que no era necesario jugar bonito sino ganar.

Y es que en el fútbol, las finales no se juegan, se ganan, y así se ha demostrado a lo largo de más de 100 años de historia del deporte rey alrededor del planeta. Cappa y sus muchachos merecían ser campeones, jugaron partidos increíbles, con un fútbol de antaño, de esos que ya no se ve en ningún estadio argentino. Pero la final, a esa altura, no es necesario enamorar a la hinchada, en ese partido solo hay que meter ganas, hacer goles y celebrar.

Sin embargo, el subcampeonato del globito no pasará en vano en la historia del fútbol argentino, pues por el fútbol y la manera en que se movían los jugadores de Huracán en cada partido, daba la sensación de que una nueva raza de jugadores había nacido, jugadores que enamoraban al espectador en cada jugada, en casa pisada, en cada caño y en cada gol con la humildad característica de un técnico y de un plantel que pasó por encima de los grandes.

Pero esa humildad se convirtió en sumicidad para algunos de los jugadores de Huracán, aunque ninguno de ellos se achicó en la final, muchos no rindieron lo que se esperaba. Jugaron nerviosos y con la presión de salir campeón con un equipo chico y con una hinchada exigente. Con la presión de ser un héroe, de alcanzar la hazaña, de ganarle a un grande en su cancha, de ser inmortal como aquellos campeones de Huracán del 73 dirigidos por Menotti.

Pero algo es cierto, y es que este final de campeonato fue de los más emocionantes que ha tenido el fútbol argentino en los últimos años. A pesar de que ni River, Boca, San Lorenzo o Independiente estuvieran disputando el título. Un equipo que fue grande, que ganó todo a mitad de los años noventa, que dio la vuelta en América y en Japón, frente a un chico que de a poco crece desde su vuelta a primera división, así lo exige su hinchada y así lo demuestran los resultados.

Por: Andrés Restrepo andrespepo@gmail.com